Introducción al CSS
¿No sabes qué es el CSS? Sus siglas corresponden a Cascading Style Sheets, hojas de estilo en cascada en español. Se trata del lenguaje que define cómo se visualizará un documento escrito en código, generalmente en HTML. En otras palabras, permite que los diseñadores web puedan modificar una página sin necesidad de reescribir su código cada vez que lo necesiten, facilitando enormemente su trabajo. El HTML sería la base de la página mientras que el CSS definiría su aspecto final y permitiría una personalización rápida.
Es un lenguaje que se creó, en primera instancia, para evitar que los desarrolladores web tardaran horas escribiendo el código correspondiente a las diferentes fuentes y colores de letra, un proceso extremadamente pesado y repetitivo. Con la aparición del CSS, este trabajo y muchos otros pueden pasar a hacerse en minutos. Actualmente, prácticamente la mayoría de los sitios web emplean el CSS. Esto permite que cualquier persona pueda personalizar una página web sin necesidad de emplear horas incluso en las tareas más simples. Eso sí, es importante saber que es el CSS y cómo funciona para poder hacerlo. A continuación te proporcionamos una pequeña introducción a este lenguaje.
Funcionamiento del CSS
El CSS no es, como muchos se piensan, un lenguaje de programación. Es un lenguaje que funciona en base a otros lenguajes de programación, pero realmente no es más que información para el navegador. Para entenderlo de manera simple, el texto HTML define la estructura del contenido de una página, mientras que el texto CSS define las características de dicho texto (negrita, color, fuente…) En definitiva, el CSS define unas reglas que el navegador seguirá en el momento de presentar la página web al usuario. Estas reglas las definen dos factores que interactúan mutuamente: el conjunto de propiedades y los selectores.
El primero de ellos, las propiedades, son aquellos aspectos que pueden emplearse para modificar el contenido HTML de una página, por ejemplo un tipo de fuente. Por otro lado, los selectores determinan qué elementos HTML se verán afectados por dichas propiedades.
Después de determinar la selección es necesario indicar la declaración correspondiente, lo que se desea modificar. Cada una de las declaraciones están separadas por un punto y coma y están formadas por un nombre de propiedad CSS (por ejemplo color:) y un valor (por ejemplo red). Con esta declaración, {color: red;} le estaríamos diciendo a la página que el texto que aparece a continuación deberá aparecer con letras rojas. Este sería un ejemplo de declaración muy básico. Su complejidad en términos de redacción puede ser muy alta, aunque al fin y al cabo su resultado tenderá a verse muy simple para el usuario.
Ventajas de aprender a utilizar el CSS
En definitiva, el CSS permite trabajar de manera separada el contenido de una página y sus características de estilo, mientras que trabajando solamente con HTML es necesario introducir el estilo en cada trozo de contenido que se desea modificar. Nos permite decirle a la página que queremos que todo el cuerpo de texto tenga unas características específicas e ir modificándolas de manera simple, sin necesidad de tocar el texto HTML. También nos proporciona la capacidad de duplicar los estilos que creemos de manera rápida para trasladarlos a otras páginas. Esto no sólo facilita la aplicación de cambios en diferentes páginas de una web. También agiliza su velocidad de carga, un factor relevante en términos de experiencia del usuario.
Aun así, sin conocimientos más avanzados que estos estamos forzados a modificar estas características en cada página, los cambios no se trasladan de una a otra. Esto implica que si trabajamos con una web de 100 páginas deberemos copiar el texto 100 veces, y una web con 100 páginas no es tan extensa como parece. En ese sentido, el CSS es un lenguaje extremadamente útil en términos de diseño web, pero hay que aprender a utilizar correctamente para sacarle todo el provecho.
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